Patricio Rey y sus Redonditos
de Ricota

Patricio Rey y sus Redonditos
de Ricota dejó de ser sólo una banda de rock &
roll para transformarse en un mito, en un conjunto de valores
y en una forma de entender la vida. Sus recitales no son simples
recitales, son verdaderos ritos cuasi religiosos, ceremonias a
las que los feligreses, más conocidos como las bandas,
peregrinan con una devoción que los lleva a los puntos
más recónditos del país.
La banda está conformada Carlos El
Indio Solari (voz), Skay Beilinson (guitarra)
y La Negra Poly (manager y mujer de Skay).
La banda es un desprendimiento de la Cofradía
de la Flor Solar, una especie de comunidad hippie que se conformó
a fines de los años sesenta en La Plata y que estaba integrada
por artistas de las más variadas disciplinas, artesanos
e intelectuales.
Comenzaron a tocar en los bares y pubs del under
de su ciudad natal, allá por 1976. Las presentaciones de
sus comienzos, además de la música, incluían
diversas presentaciones teatrales, recitaciones, payasos, cómicos,
etc. Además, se le convidaba a la audiencia con unos buñuelos
de ricota, que terminaron bautizando al grupo, junto con el -
ficticio ? - personaje de Patricio Rey.
La formación inicial, además del
Indio y Skay, estaba compuesta por el guitarrista Gabriel Jolivet,
el bajista Nestor Madrid, Guillermo Migoya en batería y
un tal Ricky en violín. Más tarde, Tito Fargo se
haría cargo de la segunda guitarra en lugar de Jolivet.
Desde sus inicios, el grupo se mantuvo al margen
del show business del rock, de las discográficas multinacionales
y de los medios de comunicación. Su único medio
de difusión era el boca a boca, que hizo crecer su popularidad
en aquellos años.
Debut discográfico
Recién en 1984, ocho años después
de su nacimiento, Los Redondos grabaron Gulp! su primer disco,
totalmente autogestionado con las ganancias que obtuvieron de
sus recitales. La placa se realizó en los estudios de Lito
Vitale, quien también colaboró con la producción
artística. Allí aparece el rock crudo, simple y
contundente en temas como Barbazul versus el amor letal, La bestia
pop o Ñam fri fruli fali fru. También se destacan
dos elementos esenciales de la música ricotera: las letras
crípticas, complejas y poéticas de Solari y el estilo
único e inconfundible de la guitarra de Skay.
Oktubre (1986), la segunda placa, tuvo una acogida
inmediata en el público y en la crítica. Semen-Up
y Fuegos de octubre son sólo algunos de los estandartes
de esta producción. Poco tiempo después, se produjeron
importantes cambios en la formación. Se alejaron el baterista
Avalos, Fargo y Willy Crook, e ingresaron Walter Sidotti en la
batería, Semilla Bucciarelli en bajo y Sergio
Dawi en saxo y piano. La vacante de Fargo nunca fue ocupada. A
partir de ese momento los Redondos tuvieron un solo guitarrista.
Para cuando salió a la calle Un baión
para el ojo idiota (1988), la banda del Indio y Skay ya contaba
con numerosos seguidores que fueron en geométrico aumento
hasta dejar chicos las discotecas y pubs donde se presentaban.
Justamente en ese disco, dedicaron un tema a su público
ricotero, el clásico Vamos las bandas. También incluye
Aquella solitaria vaca cubana y Todo un palo.
Del under a Obras
Casi sin dar respiro, en 1989 lanzaron ¡Bang!
¡Bang! ¡Estás liquidado!, y a fines de ese
mismo año tocaron por primera vez en el estadio Obras.
Esto generó una polémica entre algunos de sus fanáticos,
que consideraban que actuar en ese escenario constituía
una concesión ante el establishment rockero.
Los redondos ya eran un fenómeno de masas.
Sus seguidores, en su gran mayoría eran jóvenes
descontentos de la clase trabajadora, que se aferraban no sólo
a la música, sino a la actitud de resistencia que siempre
caracterizó a los Redondos.
Un año trascendental en la carrera del
grupo fue 1991, por dos motivos. Uno fue la salida de su quinto
disco La Mosca y la Sopa, que con sus hits Mi perro dinamita y
Un poco de amor francés, no paró de sonar en todas
las radios del país. El otro motivo fue la muerte del adolescente
Walter Bulacio, se cree que a manos de efectivos policiales que
lo habían detenido a la entrada de un show que la banda
brindó en Obras. Esta tragedia marcó un antes y
un después en la predisposición del grupo a presentarse
en vivo.
Estadios, pocos
Habría que esperar dos años de
silencio hasta el lanzamiento del ambicioso album doble Lobo suelto
/ Cordero atado, gracias a los cuales los Redondos se presentaron
por primera vez en un estadio de fútbol, en Huracán,
en dos recitales en el que juntaron a más de 80 mil personas.
Después de eso, sus apariciones en vivo fueron esporádicas.
Sólo cabe recordar sus recitales en la modesta ciudad santafecina
de San Carlos en 1995. Se tomarían cuatro años para
volver a la Capital Federal.
Luzbelito (1996) fue su siguiente producción.
Se trató de un album oscuro y conceptual con ribetes místico-religiosos,
y en el que aparecía uno de los primeros temas de la banda
Mariposa Pontiac.
Después, como siempre, vino el silencio.
Hasta que Los Redondos, sin perder su identidad musical rockanrolera,
decidieron experimentar con nuevos sonidos, apelando a una que
otra máquina. De esa apertura nacieron Ultimo
bondi a Finisterre (1998), con el tocaron dos veces en la cancha
de Racing, y Momo Sampler (2000), con el que llegaron al único
escenario que les faltaba: el Monumental. Como era de esperar,
las bandas colmaron el estadio en las dos inolvidables
fechas en las que se presentaron.
Tras el vértigo de semejante convocatoria,
los Redondos dijeron basta, por lo menos en forma temporaria.
Skay Beilinson se dedicó su primer álbum solista
A través del mar de los Sargazos (2002), en tanto que el
Indio también se embarcó en su proyecto individual.
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